Un joven golfista tresarroyense fue el centro de las miradas durante un campeonato en Necochea en el 2007, pero no sólo por su habilidad sino por su conducta moral. Este chico, al revisar su tarjeta antes de entregarla, se dio cuenta de que su marker (que es el encargado de anotar en la tarjeta la cantidad de golpes que hace por hoyo) le había escrito uno de menos y él hizo que se lo corrigieran, lo que le provocó quedar a un golpe del desempate.
El golf es uno de los pocos deportes en el que cada persona es juez de sí misma, ya que no hay ningún árbitro o umpire que controle los tiros y los movimientos de los jugadores.
Si un golfista, durante un torneo, tira la pelota debajo de un árbol, nadie va a inspeccionar si esa persona mueve la bola o hace trampa para poder tener más libertad para realizar la ejecución. El único que lo va a interrogar será su marker, quien si no vio nada raro, cree en la buena fe de su contrincante.
Muy diferentes son los demás deportes en los que siempre hay alguien con más autoridad que imparte justicia y son contadas con las manos las veces que un deportista cobra algo en su contra.
Una de estas situaciones sucedió en el Masters Series de tenis de Roma en el 2005 cuando el estadounidense Andy Roddick corrigió el fallo del umpire en un match point a su favor tras un saque del español Fernando Verdasco, y luego terminó perdiendo el partido.
Otro caso fue en 2006, cuando el jugador de fútbol de la Roma, de Italia, Daniele De Rossi, quien tras hacer un gol con la mano que el árbitro había convalidado, dijo la verdad y el juez volvió sobre sus pasos y cobró tiro libre indirecto.
Por esto, el golf, al que mucha gente carátula como un deporte para ricos, por el costo que se necesita para conseguir los elementos para practicarlo, es de los pocos que todavía mantiene ciertos valores en pie, como la honestidad y el respeto por los demás y uno mismo.
lunes, 30 de noviembre de 2009
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